Así funcionan los seguros funararios

Una "carta al director" acerca de las pácticas seguidas en el negocio de los seguros de decesos fue publicada en un diario local el día 30 de Mayo de 2015. La misiva comenzaba así: "Escribo esta carta para comentarles mi experiencia con mi compañía funeraria"

La Señora firmante apuntaba a continuación que en los últimos años ha observado unos considerables aumentos en la cuotas que no considera aceptables, pues la mensualidad ha pasado de los 33,60 euros que pagaba en 2013 a los 53 euros que abona desde Enero 2015. Efectivamente, se trata de un incremento que puede parecer excesivo, nada que ver con los índices del IPC.

Pero lo más llamativo es lo que venía después: "Estoy inscrita en esta compañía desde que nací, en el año 1944, al igual que mis hijos. No me digan, señores, que no tengo mi entierro más que pagado"

No sólo el entierro, Señora. Usted se ha ganado las mejores pompas fúnebres que figuren en catálogo e incluso derecho a espacio compartido en un panteón como el de la foto, del tipo Chacarita. Teniendo en cuenta que Usted paga desde el mismísimo día de su venida a este mundo, que ello ocurrió en 1944 y que, por tanto, tendrá setenta y un años, ¿ha hecho un cálculo traducido a su equivalente en euros actuales de cuanto ha pagado por medio de las ochocientas cincuenta y dos mensualidades que lleva abonadas?

A las que habrá que sumar las correspondientes a los muchos años que le quedan de vida, las cuales, por lo que se ve, vendrán además con sus correspondientes aumentos a voluntad de la aseguradora.

TODO INDICA QUE SE TRATA DE UN SISTEMA DE SEGUROS INJUSTO POR MAL REGULADO

Fue en Galicia donde nacieron a comienzos del Siglo XX las compañías especializadas en seguros funerarios que ellos dicen, en plan fino, de decesos. Que obtuvieron una inmediata gran aceptación y que son un formidable negocio, pues clientes no faltan ni faltarán y además están atados o fidelizados de por vida y hasta el día de su fallecimiento, cuando, eso sí, recibirán los servicios y atenciones por las que han venido pagando durante muchos años. Pero sólo si pudieron seguir abonando las cuotas hasta el esperado día del óbito.

Lo explicaba muy bien la Señora en su carta: "Considero que deberían notificar las subas en las cuotas con antelación. Pero imagino que la compañía pensará que una no se daría de baja al cabo de tantos años pagando. Sería un completo desperdicio. Pero me encuentro atada a ellos y en total desacuerdo con estos nuevos precios".

Tiene toda la razón. Se trata de una esclavitud económica de por vida. Por lo que es algo que debería estar mejor regulado mediante cláusulas que especificaran, por ejemplo, que si el futuro fallecido o fallecida no pueda en algún momento seguir pagando por efectos de la crisis o por cualquier otra causa de tipo económico la compañía, llegado el momento del fatal e inevitable desenlace, debería estar obligada a prestar servicios por las cantidades abonadas hasta entonces. Retirando tres, cuatro o cinco velones; o empleando un ataud de menor calidad, sin acolchado ni molduras, no importa si ello es en consonancia con las cantidades cotizadas. Sería lo equitativo.

Lo injusto es que el cliente de estos seguros, en tales casos, no obtenga ningún retorno por todo lo desembolsado, que se queden sin derecho a servicios funerarios.

AUNQUE EMPEZAR A PAGAR EL ENTIERRO DESDE EL NACIMIENTO RESULTA ALGO QUIZÁS DEMASIADO PREVISOR

Los padres de la Señora - también lo menciona en su carta - ya eran clientes de toda la vida; y reconoce que, debido a que no dejaron de atender ni una mensualidad, recibieron las debidas y adecuadas atenciones post morten cuando sus respectivos fallecimientos.

Pero lo que a nosotros de entrada nos pareció sorprendente fue el que hubiera sido inscrita el mismo día de su nacimiento o al poco tiempo de nacer y en previsión de una muerte prematura. Aunque igual resulta que esto es algo bastante frecuente, de hecho la Señora menciona que hizo lo mismo con sus hijos, también abonados a la aseguradora desde su más tierna infancia.

La práctica, pues, existe; y lo mismo harán otras personas. Aunque tampoco puede ser una costumbre muy extendida, dado que para una unidad familiar significa un considerable desembolso cada mes que pocos se podrán permitir.

Por otra parte, según declaraba en una entrevista a finales de 2009 un responsable de una de estas compañías aseguradoras, este negocio no notó la crisis: ocurre que antes la mayor parte de la gente se aseguraba a los treinta años y ahora a los cincuenta; pero como el personal vive más años, pues el negocio tampoco se resiente.

Total, que en Galicia es usual el realizar una considerable inversión en la muerte propia y en la de los familiares más próximos. Quizás el mayor continuado dispendio o desembolso en la vida de algunos.

Y recordar que la Señora de la carta se merece, efectivamente, un superentierro. También que no le sigan subiendo las cuotas en semejantes porcentajes para que las pueda seguir pagando sin tener que prescindir de cosas tan necesarias en la vida cotidiana como son la luz o el agua.

Porque desear y pagar desde siempre un sepelio decoroso, incluso con algunos detalles añadidos, no debería impedir vivir una vida tan digna como el propio entierro cuando llegue.


Ver también: EL NEGOCIO DE LOS MÁS VIVOS (SEGUROS LA FE)

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