Natural de la villa lucense de Foz y de orígenes muy humildes, llegó a Vigo en fecha indeterminada en la primera mitad del Siglo XIX para emplearse como mancebo de comercio, afirmando algunas fuentes que arribó como lazarillo de un ciego. Con el paso del tiempo, tras haber conseguido montar diversos pequeños negocios, terminó por establecerse en la calle del Príncipe con un popular obrador de chocolate, fundando después otras industrias, entre ellas la importante fábrica de papel La Cristina, que se encontraba en Cabral.

Cuentan las antiguas crónicas que, aparte de ser un apasionado de todos los avances tecnológicos de la época, era un hombre muy simpático, campechano y afable, por lo que, ya siendo un personaje muy destacado en Vigo, había caído muy bien al joven monarca Alfonso XII que contaba con tan sólo dieciocho años cuando en 1877 visitó la ciudad por primera vez. Tanto que cuando dos años más tarde contrajo matrimonio con Cristina de Habsburgo lo invitó a la boda.

Seguramente por ello posteriormente llamó a su industria de papel ´La Cristina´. Mientras que Alfonso XII, con el que se encontró en otras ocasiones, siempre lo distinguía en público con claro afecto y deferencia.

PRIMERO FUE LA NOVEDOSA LUZ ELÉCTRICA

Antes que el teléfono, que aun no había sido registrado por Graham Bell, Antonio López de Neira se hizo instalar en su casa una instalación luz eléctrica a partir de generador propio. Que estrenó el 30 de Mayo de 1880 resultando el hecho todo un gran acontemiento cuya crónica por parte de un reportero local la recogió el gran José María Alvarez Blázquez en su estupendo libro ´La Ciudad y los Días´.

"El miércoles por la noche se probó en casa del Señor López de Neira la luz eléctrica que para mayor lucimiento de las próximas fiestas del Santísimo había encargado a París dicho señor".

Continuando:

"La proverbial naturalidad y amable deferencia del Señor Neira fue causa para que muchos de sus amigos se personasen en la rica morada y deliciosa huerta a presenciar los efectos luminosos del aparato, el cual funcionó bien, llevando la luz a larga distancia, y que al reflejarse en las galerías y casas del Placer de afuera, produjo agradable impresión entre las personas que inesperadamente se vieron inundadas por una claridad tan intensa como la del sol, aunque de meláncolico reflejo como la luz de la luna".

Según el periodista, a los insectos también les impresionó el invento:

"Una de las cosas que más nos ha llamado la atención en aquellos momentos fue el asombro que la luz produjo sobre los insectos que se albergaban entre el ramaje de los árboles, que vistos desde lejos parecían pintados con un verde ultramar, más bien que obras de la naturaleza".

Aquella instalación eléctrica sería utilizada a partir de entonces, de aquel año 1880, para dar mayor realce a la procesión del Cristo de la Victoria en su salida de la Colegiata. Y así fue durante bastantes años.

EL TELÉFONO DEBIÓ VENIR DESPUÉS

Puesto que Graham Bell registró el invento en 1876 es de suponer que Antonio López de Neira aun tardó unos años en hacerse con el primer aparato que existió en Vigo, en fecha posterior al estreno de la luz eléctrica.

Y que el artilugio no debía ser como el de la fotografía, que ya es un modelo bastante sofisticado.

Pero aquí cabe plantearse una peliaguda cuestión: si él era el único en disponer de aparato, ¿con quién se comunicaba? Difícil respuesta, puesto que es impensable que se tendiera un cable desde, digamos, Madrid a Vigo únicamente para su servicio. O a saber si el cable ya estaba tendido y Don Antonio se adelantó a todos para adquirir el primer aparato.

Sin embargo cabe pensar, como opción más probable, que López de Neira no tuviera un solo teléfono, sino dos que utilizaría para comunicar desde su despacho de negocios con su vivienda y viceversa. Para ello no necesitaría el dial que lleva el artefacto de la imagen de arriba.

En todo caso, un tremendo adelanto que tuvo que ser objeto de muchísimos comentarios en el Vigo de entonces.

Aquel muchacho de tan humildes orígenes que había llegado a Vigo quizás como lazarillo para emplearse como mancebo de comercio se convirtió en muy destacado industrial.

También fue alcalde de la ciudad, diputado provincial durante cuatro décadas, presidente de la Diputación de Pontevedra, cónsul de Chile y de Costa Rica y detentador de la Gran Cruz de Isabel la Católica.

B. CALZADA

LA LUZ ELÉCTRICA PÚBLICA NO LLEGÓ A VIGO HASTA DICIEMBRE DE 1896.

De modo que a lo largo de dieciseis años la única que existió en las calle y sólo un día al año fue la que prestaba López de Neira para la procesión del Cristo de la Victoria.

Para reseñar el brillante estreno de la luz pública en nuestra ciudad volvemos a recurrir al ya mencionado José María Alvarez Blázquez y su imprescindible obra ´La Ciudad y los Días´:

"Fué, pues, el 22 de diciembre de 1896, un día luminoso en que Vigo conoció la alegría de la luz eléctrica, aquella maravilla del siglo de las luces, el siglo - dígase lo que se quiera - más sugestivo y sorprendente de nuestra historia. La "Sociedad para alumbrado y calefacción de Coruña y Vigo", la misma que había instalado su flamante fábrica de gas en Picacho, instaló la nueva factoría a base de dos motores sistema Otto de 30 caballos, que accionaban dos dinamos de corriente contínua de 250 voltios y 120 amperes". 

Con motivo de la inauguración, la multitud se había concentrado en la Puerta del Sol y Plaza de la Constitución, donde se habían instalado las primeras lámparas.

Sigue Don José María:

"El acto de la inauguración revistió gran solemnidad y fué, al propio tiempo, ocasión para que el regocijo popular se desbordase, flotando ya en el ambiente los pascuales gozos de las vísperas navideñas".

Muy otros tiempos. Para los actuales vigueses casi los de Pedro Picapiedra.

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